Me abandonas.
Y en el quicio del pecho nace una gota de salina miel
que escalofria un sentimiento de abandono.
Cierro los ojos, te esfumas.
Por un instante te odio
y por un instante no puedo vivir sin verte.
Contrariado ser
que a cada paso repite las mismas palabras sin llegar a tragarlas.
Me amas.
En el reflejo de aquella mirada dejabas leer que mi dosis diaria de ti devuelve locura a mi sangre.
Me extrañas, y es que no atisbas a ver que en el fondo de mi profunda escarpada
hay un letrero que muestra
que a tí fui entregada,
en sangre
y en alma.
1 comentario:
Desde cuando eres Fany en los post... Cuando te pones profunda eres insufrible... deja ya de padecer que la vida es bella, aunque cueste creerlo...
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